La educación tiene el poder de transformar la vida de las mujeres rurales, renovando su mundo. El acceso a una mejor formación contribuye con el desarrollo social y económico en su entorno.
El poder de la educación en la transformación social y económica de las mujeres rurales es vital. Las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y el 43% de la mano de obra agrícola del país.
Sin embargo, estas mujeres se enfrentan a múltiples desafíos que limitan su potencial y su bienestar. Entre ellos, se encuentra la falta de acceso a una educación de calidad, que es un derecho humano fundamental y una herramienta clave para el desarrollo sostenible.
La educación puede transformar la vida de las mujeres rurales en España, un país donde el medio rural ocupa el 80% del territorio y alberga al 20 por ciento de la población. Además, la educación no solo contribuye a mejorar la alfabetización.
También a ampliar las oportunidades laborales, a mejorar la salud, a promover los derechos. Fomenta el emprendimiento y empodera a las mujeres para que sean agentes de cambio en sus comunidades, generando una transformación social y económica.
La educación como herramienta de transformación social y económica para las mujeres rurales
La educación es uno de los factores más determinantes para el progreso de las personas y las sociedades. Según la UNESCO, cada año adicional de escolaridad aumenta los ingresos individuales en un 10% y eleva el crecimiento económico anual en un 0,37 por ciento.
Además, la educación tiene efectos positivos en otros ámbitos como la salud, la reducción de la pobreza. Moviliza la prevención de conflictos, la protección del medio ambiente y el fortalecimiento de la democracia.
Para las mujeres rurales, que históricamente han sufrido una mayor exclusión y discriminación que sus pares urbanas o que los hombres rurales, es crucial. Para este grupo social, la educación es una herramienta fundamental para romper el ciclo de desigualdad y mejorar su calidad de vida.
Las estadísticas no juegan a su favor
Tener acceso a una mejor educación les permite acceder a información relevante, adquirir conocimientos y habilidades. Logran desarrollar su autoestima y el empoderamiento de la mujer, aumentan la confianza, participan en la toma de decisiones y reclaman sus derechos.
Sin embargo, según el diagnóstico de igualdad de género en el medio rural, las mujeres rurales presentan un nivel educativo inferior al de los hombres rurales y al de las mujeres urbanas. El 22% de las mujeres rurales no tiene estudios o solo tiene estudios primarios incompletos.
Además, sólo el 18% de las mujeres rurales tiene estudios superiores, frente al 23% de los hombres rurales y al 34% de las mujeres urbanas. Estas cifras reflejan las dificultades que tienen las mujeres rurales para acceder a una educación de calidad.
Los desafíos y las oportunidades de las mujeres rurales educadas en el siglo XXI
El poder de la educación en la transformación social y económica de las mujeres rurales como anclaje para el empoderamiento no es suficiente por sí solo. Las mujeres rurales educadas también se enfrentan a desafíos que limitan su capacidad de acción y de transformación en sus realidades.
Entre ellos, se encuentran la persistencia de las brechas de género en el acceso a los recursos, los servicios y la información. Además de la discriminación y la violencia basadas en el género, se encuentran con falta de reconocimiento y valoración de su trabajo.
También hay que señalar la sobrecarga de las tareas domésticas y el trabajo de cuidadoras no remuneradas. Sin olvidar la escasa participación en los espacios de decisión política, económica y social.
Para superar estos desafíos, las mujeres rurales educadas necesitan contar con el apoyo de políticas públicas que garanticen sus derechos y que promuevan su inclusión. Estos programas deben fomentar la igualdad de género en todos los ámbitos y niveles, desde la familia hasta la comunidad, desde el mercado hasta el Estado.
Al mismo tiempo, las mujeres rurales educadas tienen enormes oportunidades para liderar el cambio en sus territorios y en el mundo. Su conocimiento, experiencia y creatividad son recursos valiosos para innovar en sus prácticas productivas.
Son mujeres que tienen elementos, herramientas e ideas para adaptarse al cambio climático, para diversificar sus actividades económicas, para generar ingresos propios. Mujeres educadas para generar aportes mejoras en la seguridad alimentaria y nutricional, para proteger el medio ambiente y los recursos naturales.
Con el aporte de estas mujeres de la Nueva Ruralidad se puede promover la cultura y el patrimonio rural. Sus conocimientos favorecen para defender sus derechos humanos y los de sus comunidades, y para participar activamente en la vida pública.
Conclusión Un llamado a la acción para apoyar la educación de las mujeres rurales
La educación puede transformar la vida de las mujeres rurales en España. Un país donde el medio rural ocupa el 80% del territorio y alberga al 20% de la población, según los datos reflejados.
Se reconoce que la educación no solo contribuye a mejorar la alfabetización, sino también a ampliar las oportunidades laborales. Interviene en mejorar la salud, promover los derechos, fomentar el emprendimiento y a empoderar a las mujeres para que sean agentes de cambio en sus comunidades.
Sin embargo, también es claro que las mujeres rurales se enfrentan a múltiples desafíos que limitan su potencial y su bienestar. Por eso, es necesario impulsar iniciativas que garanticen el derecho a la educación de las mujeres rurales y que promuevan su inclusión social y económica.
Apoyar el poder de la educación en la transformación social y económica de las mujeres rurales es una inversión inteligente. Es una acción que beneficia no solo a ellas mismas, sino también a sus familias, a sus comunidades y al conjunto de la sociedad.
Las mujeres rurales son un motor para el desarrollo local y global. Su talento y su creatividad son recursos valiosos para enfrentar los retos del siglo XXI. Por eso, debemos reconocer su trabajo, valorar su contribución y facilitar su participación.
