Cuidadoras no remuneradas en el ámbito rural

Derechos de las mujeres cuidadoras

Existe un grupo importante de cuidadoras no remuneradas en el ámbito rural español, que se dedican a atender a personas dependientes en sus hogares. Estas son principalmente mujeres, que dedican gran parte de su tiempo y esfuerzo a cuidar a familiares enfermos, ancianos o discapacitados, sin recibir una compensación económica por su trabajo.

A menudo, estas cuidadoras tienen que hacer frente a una serie de obstáculos y desafíos que dificultan su labor, como la falta de recursos y apoyo por parte de las instituciones públicas, la falta de formación y conocimientos especializados en cuidados de enfermería o la falta de tiempo para cuidar de sí mismas y sus propias necesidades.

A pesar de que, estas cuidadoras desempeñan una tarea fundamental en la sociedad, ya que permiten que las personas dependientes puedan permanecer en sus hogares y recibir cuidados de calidad en un entorno familiar y cercano.

Nos preguntamos ¿Por qué no hay más hombres como cuidadores? O ¿Por qué no se comparte esta tarea equitativamente entre hombres y mujeres? Bueno, son muchas las preguntas que nos hacemos al respecto, mejor comencemos.

Análisis y datos sobre el cuidado no remunerado en el sector rural

Históricamente, la sociedad implementada y manipulada por el sexo masculino, le ha conferido a la mujer el papel de cuidadora no remunerada del hogar y la familia. Aunado a esto, no se le reconoce su labor, no se valora y siempre se le ha tratado de mantener en una relación de dependencia de alguna figura masculina.

Con respecto a este último punto, es necesario destacar que esta dependencia no solo es económica, también es a nivel de toma de decisiones en lo referente a su vida personal, sueños y ambiciones.

Análisis de la situación

Analizando el contexto, tenemos que la sociedad tiende a asignar tradicionalmente a las mujeres el papel de cuidadoras no remuneradas debido a una serie de factores culturales, históricos y de género.

Por un lado, la cultura patriarcal ha atribuido a las mujeres la responsabilidad de cuidar de la familia y el hogar, mientras que a los hombres se les ha asignado el rol de proveedores económicos.

Esta división sexual del trabajo ha llevado a la idea de que las mujeres son naturalmente más aptas para las tareas de cuidado y, por lo tanto, se espera que asuman el cuidado de niños, ancianos y enfermos de manera gratuita y sin reconocimiento.

Las políticas y prácticas laborales han perpetuado esta desigualdad de género al no proporcionar opciones flexibles de trabajo que permitan a las mujeres combinar el cuidado de la familia con el trabajo remunerado.

Esto ha llevado a que muchas mujeres tengan que dejar sus trabajos para dedicarse a tiempo completo al cuidado de familiares dependientes, lo que a su vez ha perpetuado la idea de que el cuidado es una tarea femenina y no remunerada.

Por otra parte, está el concepto en sí de lo que para la economía es “Trabajo”, la siguiente cita se explica claramente: “…tanto desde las interpretaciones dominantes (neoclásica) como desde las críticas (marxismo) se ha privilegiado el trabajo asalariado (compra-venta de la fuerza de trabajo y generador de valores de uso dedicados al intercambio en el mercado) como elemento a considerar.” (FUEM, “Trabajos: empleo, cuidados y división sexual del trabajo”).  

Es por ello que mientras la sociedad en general no cambie el significado de lo que es “Trabajo” nunca se valorará (moral y económicamente) el trabajo que realizan las mujeres cuidadoras en el ámbito rural y urbano.

Ya que, como el mismo documento explica: “esa vinculación de trabajo = trabajo productivo ha tenido y tiene un evidente sesgo de género y deja oculto, invisibiliza, todo lo que no entre bajo el paraguas de esa definición.”

Datos a nivel general

En esta sección vamos a ofrecer algunos datos y estadísticas sobre las cuidadoras no remuneradas en el ámbito rural en comparación a los hombres. Esto con la finalidad de que se observe la magnitud e importancia del problema.

Comencemos por ver que todavía en la actualidad este tipo de trabajo no es considerado como parte de la economía del país. Esto se comprueba en el cálculo del PIB en donde no se toma en cuenta el aporte al país de las cuidadoras no remuneradas en general y mucho menos a las del sector rural.

Así lo expresa el Observatorio Social“El PIB …no contempla muchas actividades realizadas en los hogares, ya que estas no se intercambian en el mercado. Es el caso del cuidado de niños y dependientes, cocinar o limpiar en casa.”

Además, resaltando su importancia económica, dicen: “Según el cálculo realizado en este estudio, el trabajo no remunerado representaría el 40,8% del PIB.”

Bien, ahora vamos más al fondo y observemos los datos de la participación de la mujer en este tipo de trabajo con respecto a los hombres cuando ambos trabajan de forma remunerada.

En este sentido, la encuesta del INE arroja los siguientes resultados: “Los hombres dedican 14 horas a la semana al trabajo no remunerado independientemente de que trabajen a tiempo parcial o a jornada completa.”

En cambio, “Las mujeres incrementan el tiempo dedicado al trabajo no remunerado (30 horas a la semana) cuando tienen jornada a tiempo parcial.”

Por otra parte, “…realizan todos los días actividades de cocinar y tareas domésticas un 77,5% de las mujeres y un 32,9% de los hombres trabajadores.”

Datos en el sector rural

En este aspecto podemos comenzar destacando algunas afirmaciones que realizan entes gubernamentales sobre la participación de las mujeres rurales como cuidadoras en su comunidad o familia.

Al respecto, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación expresa: “Las mujeres dedican más tiempo a actividades que tienen que ver con el trabajo doméstico y de cuidado, mientras que los hombres dedican más tiempo a las actividades extradomésticas.”

También es necesario destacar lo que dice este mismo documento (Diagnóstico de la igualdad de género en el medio rural) sobre la distribución del tiempo de hombres y mujeres rurales: “El incremento del tiempo que las mujeres invierten en tareas de cuidado y trabajo doméstico, los hombres lo invierten en ocio y tiempo libre.”

Las cifras que se consiguieron lo confirman, según el estudio cualitativo “Medio Rural: trabajando en femenino” asegura que “el 55% de las mujeres del medio rural que tienen en su entorno a una persona mayor o dependiente, afirma ser su cuidadora principal, seguido de un 16,2% que afirma que lo son otras mujeres de la familia.”

Allí también expresan que “…las mujeres del medio rural asumen casi en exclusividad todo el peso del trabajo doméstico y de cuidados necesarios para el bienestar y desarrollo de las personas que integran la familia.”

Igualmente, el Diagnóstico de la Igualdad de Género en el Medio Rural 2021 arroja cifras alarmantes en el ámbito rural: “Si se analiza la distribución de las personas cuidadoras por sexos, del total de mujeres convivientes se declaran cuidadoras principales el 85,6% de ellas. Esta cifra es abrumadoramente superior a la cifra registrada entre los hombres (26,8%).”

Podemos decir de forma enfática que la desigualdad de género en el medio rural es realmente preocupante en el aspecto del trabajo de cuidado no remunerado. Asumiendo las féminas casi en su totalidad los trabajos del hogar y del cuidado de familiares dependientes.

Pero como veremos, la sociedad en general no ha cambiado mucho en el aspecto de que este trabajo se realice de forma equitativa hombre – mujer. Distribuyendo por igual las horas dedicadas al cuidado, al hogar y al ocio.

Muestra de ello podemos volver a citar a “Medio Rural: trabajando en femenino” en donde se dice que: “La total ausencia de participación masculina en el cuidado de mayores es exculpada en base a estereotipos de género que otorgan a los hombres una menor paciencia, afectividad y empatía que a las mujeres.”

En el citado estudio también expresan que “Las principales causas que mantienen la discriminación laboral de género son el ciclo reproductivo de las mujeres, la escasa o nula participación de los hombres en las tareas domésticas y de cuidado, y la poca disponibilidad de servicios de atención a la población existentes en el medio rural.”

Posibles soluciones para que el trabajo de cuidadora no sea exclusivo de la mujer rural

El trabajo de cuidadora no debería ser exclusivo de las mujeres. Es por ello que nos permitimos ofrecer algunas soluciones que pueden ayudar a abordar esta cuestión.

  1. Sensibilización y educación: es necesario sensibilizar a la sociedad sobre la importancia del trabajo de cuidados y cómo puede ser un trabajo igualmente válido para hombres y mujeres. Además, es vital seguir fomentando la educación en igualdad de género para evitar estereotipos de género y promover la igualdad de oportunidades.
  2. Acceso a la formación: ofrecer oportunidades de formación y capacitación para los hombres interesados en el trabajo de cuidados, puede contribuir a hacerlo más atractivo para ellos.
  3. Políticas de conciliación: es imprescindible que se implementen más políticas de conciliación laboral y familiar que permitan a los hombres asumir responsabilidades de cuidado, como la baja por paternidad o permisos de cuidado familiares.
  4. Reconocimiento y valoración del trabajo de cuidado: se hace necesario reconocer el valor del trabajo de cuidado y remunerarlo adecuadamente.
  5. Acceso a tecnologías y recursos: esto puede ayudar a hacer el trabajo de cuidado más fácil y eficiente. Además, es importante garantizar que los recursos necesarios para el cuidado, como el acceso a servicios de salud, estén disponibles y sean accesibles para el medio rural.
  6. Campañas de promoción: estas son herramientas eficaces para fomentar la inclusión de hombres en el trabajo de cuidado y la igualdad de género. Pueden incluir anuncios publicitarios, programas de televisión y eventos comunitarios.
  7. Servicios de apoyo a personas cuidadoras: sería conveniente ampliar los servicios de apoyo existentes y que estos abarquen mayor población rural del país.

Se evidencia una mayoritaria participación de mujeres como cuidadoras no remuneradas en el ámbito rural con relación a los hombres. Esto trae como consecuencia que la mujer tenga menos oportunidades de realizarse de forma laboral o profesional.

Aparte de que no sea reconocida por el aporte que le ofrece al país en los aspectos tanto económicos como sociales. Lo que conlleva a disminuir su autoestima y a ser relegada por el sexo masculino. 

Por esto y más, es imprescindible abordar y solucionar las barreras sociales y culturales que impiden que los hombres asuman este tipo de trabajo de forma equitativa con las mujeres. Y así lograr el empoderamiento de la mujer en el medio rural.

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